La Segarra. Tierra de contrastes, castillos y horizontes infinitos

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La Segarra queda enmarcada geográficamente por las tierras que forman la meseta central de Cataluña, es decir, el extenso plano que se encuentra situado entre los últimos contrafuertes de las montañas del prepirineo y las sierras prelitorales. 

 

Sin un muralla montañosa que le estorbe el paso, la fría niebla se asienta en las ondulaciones sinuosas del terreno durante el invierno pero la falta de relieve también permite que los vientos campen a su aire dando lugar a días soleados y claros con temperaturas casi primaverales .

Es ahora en primavera cuando podemos disfrutar plenamente del paisaje llano de la Segarra.

Ahora que los campos de cereales irrigados por las lluvias propias de la estación adquieren un intenso verde con multitud de tonalidades que se recortan en un límpido cielo azul. En cada pedalada, los relieves agrícolas del extenso altiplano se despliegan luminosos por un horizonte que parece no tener límites.



Y es que el paisaje de la comarca lo ha moldeado la mano del hombre engendrando grandes extensiones cultivables, no sólo en las hondonadas y los llanos, sino también en las pendientes hasta ahora emboscadas y en las cimas de las colinas y lomas de flancos inclinadísimos, conteniendo el terreno con magníficas paredes de piedra seca, extraordinaria muestra de arquitectura rural que confiere al paisaje un carácter inconfundible.

En la Segarra no sólo podréis disfrutar del paisaje, también llenaréis las alforjas de cultura.

Un viaje por tierras de la Segarra os descubrirá un territorio salpicado de pequeños núcleos de calma imperturbable con una característica común: fruto de la repoblación llevada a cabo por los condados catalanes en la época de la reconquista, la mayoría de pueblos conservan en gran medida la antigua estructura medieval. En todos encontrará el viajero antiguos agrupamientos que nacieron al abrigo de un castillo, la mayoría reconvertidos posteriormente en residencias o palacios al perder su carácter defensivo, con las casas formando una villa cerrada.



En cualquiera de ellos no costará demasiado imaginar historias que se remontan a finlas del s. X, cuando estas tierras formaban una línea defensiva que hacía de frontera entre dos culturas, y escenarios que todavía hablan de unos tiempos duros que fueron, sin embargo, decisivos para el futuro de nuestro país.

Salud y pedal

Rutas por la Segarra