Alt Empordà AEM 026_Pau
Parc Natural del Cap de Creus. Paratge Natural del Massís de l’Albera. Serra de la Baga d’en Ferran.
Pau – Vilajuïga – Garriguella – Coll de la Serra – Mas Guanter – Mas Patiràs – Coll del Llop – Coll de Madres – Valleta – Pujolar – Coll del Mosquit – Castell de Sant Salvador Saverdera – Monestir de Sant Pere de Rodes – Santa Helena – Pau
Mapes Comarcals de Catalunya. Alt Empordà. 1:50.000. Institut Cartogràfic de Catalunya (ICC).
Resumen
Distancia:38 km
Desnivel:1300 m
Tiempo:4 h 30 min
Dificultad:media-difícil
San Salvador de Saverdera. El balcón del Empordà
Encaramaos a San Salvador, el castillo que corona la cima de la Serra de Rodes y disfruta de todo el Empordà. Un viaje que desde Pau nos descubre un paisaje genuino y atávico, siempre singular. Disfrutarás desde la magnífica bahía de Rosas que acaricia la gran llanura ampurdanesa a los relieves más salvajes de los últimos contrafuertes del Pirineo dibujando el perfil más oriental del litoral, lleno de acantilados y pequeñas calas... San Salvador de Saverdera. El balcón del Empordà
Encaramaos a San Salvador, el castillo que corona la cima de la Serra de Rodes y disfruta de todo el Empordà. Un viaje que desde Pau nos descubre un paisaje genuino y atávico, siempre singular. Disfrutarás desde la magnífica bahía de Rosas que acaricia la gran llanura ampurdanesa a los relieves más salvajes de los últimos contrafuertes del Pirineo dibujando el perfil más oriental del litoral, lleno de acantilados y pequeñas calas. Pedalearas por un territorio salpicado de tumbas megalíticas en un ambiente típico de alta montaña siguiendo la última línea pirenaica antes de entregarse definitivamente al mar
Desde Pau a Garriguella pedaleamos al norte de la gran llanura ampurdanesa entre viñedos de antigua tradición arraigados a los pies de los últimos contrafuertes del Pirineo más oriental. Desde este núcleo de larga tradición vinícola, nos encaramamos hacia la montaña por la ermita de Santuario de la Virgen del Campo, inicialmente entre viñedos y más tarde entre alcornocales que pueblan la ladera de la Serra de la Baga d’en Ferran. El camino hasta la cresta tiene algún tramo muy empinado donde hay que poner pie en tierra (opcionalmente desde Garriguella hay opciones menos técnicas).
Desde la colina, las vistas de la gran llanura delimitada por el inmenso Golfo de Roses y los relieves que se descuelgan desde el Pirineo son magníficas. De entre todos los relieves que percibimos, si dominas el territorio disfrutarás poniendo nombre a muchos de ellos (Montgrí, el Montseny, el Faro, Cabrera, Puigsacalm, Virgen del Monte, Bassegoda ...), destacan claramente los macizos del Canigó, las Salinas y la Albera. La frontera entre el Alt Empordà y la Cataluña Norte se dibuja perfectamente. Desde diferentes puntos de la llanura emanan diáfanas columnas de humo: son los viticultores quemando los sarmientos arrebatados a la cepa mientras esta duerme para favorecer la próxima cosecha.
Perdemos altura por un sendero que nos deja en una bonita pista flanqueada por alcornoques que nos marcan el camino hasta Coll de la Serra. Nos adentramos hacia el último Pirineo. Desde el collado dominamos el Valle de la Velleta y los relieves que desde el Puig d’Esquers se extienden hacia el sur en una sucesión de colinas de formas redondeadas y desnudas pero irresistiblemente bellas que nos marcan el trayecto de la ruta. Son los últimos contrafuertes que se desprenden de las Alberes en dirección al mar, una línea de relieves que se difumina bajo las templadas aguas del mediterráneo dibujante calas y acantilados abruptos que dan forma al Cap de Creus, el extremo más oriental de la Península Ibérica .
Desde el Coll de la Serra perdemos altura por la pista que sube del valle pero nos desviamos a continuación en dirección a Sant Martí de Vallmala. Pasamos junto a Mas Guanter, un núcleo imponente de grandes casonas formando una gran unidad de estructuras que sólo conservan los muros perimetrales. Probablemente había sido un masía de referencia en la zona ya que abarcaba gran parte del valle; tenían rebaños y probablemente también cultivaban viñedos y olivos y explotaban los corchos. La finca más cercana era el mas Patiràs entre Puig Tifell y Puig d’Esquers, hacia donde se dirigimos.
Seguimos en suave subida la vertiente sur del Puig d’Esquers sobrevolando el valle de la Valleta hasta el pequeño puerto donde sobre un intenso cielo azul se perfila la silueta del mas Patiràs, también en ruinas. Ya se huele al mar.
El mas Patiràs está ubicado en medio de las cuencas de la parte alta de los arroyos de Valleta y de Garbet. En ambas cabeceras hay signos evidentes de intentos de recuperación forestal. Continuamos el viaje pedaleando por la cresta pirenaica que apunta hacia su destino final antes de entregarse al mar. En el horizonte, de entre los diferentes relieves entre el mar y la llanura que dominamos destaca la silueta inconfundible del castillo de San Salvador de Savardera, objetivo final de la ruta, en el punto más alto de la Serra de Rodes.
El paisaje se mueve a nuestro ritmo, mientras avanzan dejamos atrás los pequeños y abruptos valles que descienden hacia el mar desde la frontera hasta la bahía de Llançà. Valles de gran belleza que la tramontana se encarga de vestir de gala, potenciando la luz y colores mediterráneos, contrastando cada rincón para configurar un paisaje lleno de matices y sombras, una imagen detenida en el tiempo de los relieves montañosos fusionándose con el mar, convirtiéndose en una superficie plana que se extiende más allá del horizonte. Un viaje apasionante que desde el mas Patiràs nos lleva hasta el núcleo de Valleta, al fondo del valle del mismo nombre.
Iniciamos la segunda parte de la ruta que nos llevará a la cima de la sierra de Rodes antes de iniciar el camino de regreso al punto de salida por la Serra de Pau. recorremos un tramo de carretera y nos desviamos hacia el Pujolar, un pequeño núcleo de casas a la salida del valle presidido por la Roca de Miralles. Un sendero en general cómodo, que alterna tramos ciclables técnicamente con tramos a pie, nos lleva a la base misma del abrupto cerro que antiguamente coronaba el castillo de Miralles. A partir de aquí una pista perfila el agreste valle, no olvidemos que estamos en el Pirineo y la orografía lo hace evidente, ganando altura hasta el mas Margall.
Por la derecha de lo que queda de la edificación que a pesar de estar en ruinas desprende nobleza, conectamos con la pista que muere definitivamente en la cresta de la sierra de Rodes. Más allá, ante nosotros, sobre una majestuosa atalaya de roca que parece inalcanzable, se levantan solemnes los restos del castillo de San Salvador Saverdera, haciendo funambulismo en el centro del inmenso paisaje que desde el mismo se vislumbra.
Hay que subir al castillo para entenderlo todo; la ruta y el territorio que nos rodea. Sin lugar a dudas estamos en el balcón del Alt Empordà. El dominio visual del territorio es total. Ya no sólo disfrutamos de las panorámicas que nos ha ofrecido el viaje hasta ahora: la gran llanura abrazada por el Golfo de Roses y las cordilleras que la cierran, el Pirineo mes abrupto desde Ulldeter al Canigó o los relieves de alta montaña que repentinamente se deslizan en el mar, ahora este mirador natural nos regala el fragmento que nos faltaba para completar el puzzle y disfrutar de toda la comarca, el istmo de paisaje lunar de la punta de Cap de Creus.
La punta más oriental de la Península y de los Pirineos es un territorio abrupto de calas imposibles que se despliega en el este de la última montaña que parece resistirse a su destino final: el Pení. A sus pies, dos pueblos que el aislamiento orográfico les ha permitido mantener un carácter intensamente ligado con el mar a pesar del turismo: el Port de la Selva y Cadaqués. Hacia el sur el Pení cae repentinamente y alarga su brazo vigoroso hasta el Cabo de Norfeu que se precipita en el mar luchando con las olas que lentamente intentan abducir para siempre. No hay más por menos.
Iniciamos el camino de regreso a Pau. Vale la pena haber dosificado las fuerzas hasta aquí. El tramo de bajada transcurre básicamente por senderos. Primero bajamos hasta el monasterio de Sant Pere de Rodes, un bonito camino y un edificio imponente cargado de historia, desde donde se domina toda la abadía de el Port de la Selva. Un camino bien arreglado nos lleva a Santa Helena o antiguo poblado de Santa Cruz de Rodas, que perdió su población entre los siglos XIV y XV. Todo el conjunto se está excavando y recuperando desde hace tiempo. A la vista tenemos las estructuras de las casas, de la plaza, los portales de entrada, lugar obligado de paso para todos los que se dirigían al monasterio de Sant Pere, y de pie, la interesante iglesia con partes muy antiguas y a la vez con muchas modificaciones de la primitiva estructura original.
Continuamos por un sendero hasta encontrar de nuevo la carretera, en el punto donde hemos iniciado el asalto final al castillo, y la seguimos hasta encontrar el antiguo camino de la Creu Blanca, antiguo camino que utilizaban los habitantes de Pau para acceder al monasterio. Un camino impregnado de megalitismo, un rasgo característico de este territorio, con algún tramo técnico, que nos devuelve al punto de salida disfrutando de las maravillosas vistas de la llanura del Alt Empordà, luminosa y espléndida, salpicada de pequeños núcleos, cultivos , estanques, “closes” y “llaunes” (pequeños estanques de aguas someras).
Un fabuloso viaje por un trozo de Pirineo rodeado de mar. Apunta-te-la en la agenda.
Marzo de 2018
CENTROS DE INTERÉS
Santa Eulàlia de Noves. Santuari de la Mare de Déu del Camp. Centre de Reproducción de Tortugas de la Albera. Dolmen del Puig del Llop. Sant Genís del Terrer. Castillo de Sant Salvador Saverdera. Monasterio de Sant Pere de Rodes. Santa Helena
RESTAURANTES / ALOJAMIENTOS
http://www.empordaturisme.com/es/c/pau-es/
Encaramaos a San Salvador, el castillo que corona la cima de la Serra de Rodes y disfruta de todo el Empordà. Un viaje que desde Pau nos descubre un paisaje genuino y atávico, siempre singular. Disfrutarás desde la magnífica bahía de Rosas que acaricia la gran llanura ampurdanesa a los relieves más salvajes de los últimos contrafuertes del Pirineo dibujando el perfil más oriental del litoral, lleno de acantilados y pequeñas calas... San Salvador de Saverdera. El balcón del Empordà
Encaramaos a San Salvador, el castillo que corona la cima de la Serra de Rodes y disfruta de todo el Empordà. Un viaje que desde Pau nos descubre un paisaje genuino y atávico, siempre singular. Disfrutarás desde la magnífica bahía de Rosas que acaricia la gran llanura ampurdanesa a los relieves más salvajes de los últimos contrafuertes del Pirineo dibujando el perfil más oriental del litoral, lleno de acantilados y pequeñas calas. Pedalearas por un territorio salpicado de tumbas megalíticas en un ambiente típico de alta montaña siguiendo la última línea pirenaica antes de entregarse definitivamente al mar
Desde Pau a Garriguella pedaleamos al norte de la gran llanura ampurdanesa entre viñedos de antigua tradición arraigados a los pies de los últimos contrafuertes del Pirineo más oriental. Desde este núcleo de larga tradición vinícola, nos encaramamos hacia la montaña por la ermita de Santuario de la Virgen del Campo, inicialmente entre viñedos y más tarde entre alcornocales que pueblan la ladera de la Serra de la Baga d’en Ferran. El camino hasta la cresta tiene algún tramo muy empinado donde hay que poner pie en tierra (opcionalmente desde Garriguella hay opciones menos técnicas).
Desde la colina, las vistas de la gran llanura delimitada por el inmenso Golfo de Roses y los relieves que se descuelgan desde el Pirineo son magníficas. De entre todos los relieves que percibimos, si dominas el territorio disfrutarás poniendo nombre a muchos de ellos (Montgrí, el Montseny, el Faro, Cabrera, Puigsacalm, Virgen del Monte, Bassegoda ...), destacan claramente los macizos del Canigó, las Salinas y la Albera. La frontera entre el Alt Empordà y la Cataluña Norte se dibuja perfectamente. Desde diferentes puntos de la llanura emanan diáfanas columnas de humo: son los viticultores quemando los sarmientos arrebatados a la cepa mientras esta duerme para favorecer la próxima cosecha.
Perdemos altura por un sendero que nos deja en una bonita pista flanqueada por alcornoques que nos marcan el camino hasta Coll de la Serra. Nos adentramos hacia el último Pirineo. Desde el collado dominamos el Valle de la Velleta y los relieves que desde el Puig d’Esquers se extienden hacia el sur en una sucesión de colinas de formas redondeadas y desnudas pero irresistiblemente bellas que nos marcan el trayecto de la ruta. Son los últimos contrafuertes que se desprenden de las Alberes en dirección al mar, una línea de relieves que se difumina bajo las templadas aguas del mediterráneo dibujante calas y acantilados abruptos que dan forma al Cap de Creus, el extremo más oriental de la Península Ibérica .
Desde el Coll de la Serra perdemos altura por la pista que sube del valle pero nos desviamos a continuación en dirección a Sant Martí de Vallmala. Pasamos junto a Mas Guanter, un núcleo imponente de grandes casonas formando una gran unidad de estructuras que sólo conservan los muros perimetrales. Probablemente había sido un masía de referencia en la zona ya que abarcaba gran parte del valle; tenían rebaños y probablemente también cultivaban viñedos y olivos y explotaban los corchos. La finca más cercana era el mas Patiràs entre Puig Tifell y Puig d’Esquers, hacia donde se dirigimos.
Seguimos en suave subida la vertiente sur del Puig d’Esquers sobrevolando el valle de la Valleta hasta el pequeño puerto donde sobre un intenso cielo azul se perfila la silueta del mas Patiràs, también en ruinas. Ya se huele al mar.
El mas Patiràs está ubicado en medio de las cuencas de la parte alta de los arroyos de Valleta y de Garbet. En ambas cabeceras hay signos evidentes de intentos de recuperación forestal. Continuamos el viaje pedaleando por la cresta pirenaica que apunta hacia su destino final antes de entregarse al mar. En el horizonte, de entre los diferentes relieves entre el mar y la llanura que dominamos destaca la silueta inconfundible del castillo de San Salvador de Savardera, objetivo final de la ruta, en el punto más alto de la Serra de Rodes.
El paisaje se mueve a nuestro ritmo, mientras avanzan dejamos atrás los pequeños y abruptos valles que descienden hacia el mar desde la frontera hasta la bahía de Llançà. Valles de gran belleza que la tramontana se encarga de vestir de gala, potenciando la luz y colores mediterráneos, contrastando cada rincón para configurar un paisaje lleno de matices y sombras, una imagen detenida en el tiempo de los relieves montañosos fusionándose con el mar, convirtiéndose en una superficie plana que se extiende más allá del horizonte. Un viaje apasionante que desde el mas Patiràs nos lleva hasta el núcleo de Valleta, al fondo del valle del mismo nombre.
Iniciamos la segunda parte de la ruta que nos llevará a la cima de la sierra de Rodes antes de iniciar el camino de regreso al punto de salida por la Serra de Pau. recorremos un tramo de carretera y nos desviamos hacia el Pujolar, un pequeño núcleo de casas a la salida del valle presidido por la Roca de Miralles. Un sendero en general cómodo, que alterna tramos ciclables técnicamente con tramos a pie, nos lleva a la base misma del abrupto cerro que antiguamente coronaba el castillo de Miralles. A partir de aquí una pista perfila el agreste valle, no olvidemos que estamos en el Pirineo y la orografía lo hace evidente, ganando altura hasta el mas Margall.
Por la derecha de lo que queda de la edificación que a pesar de estar en ruinas desprende nobleza, conectamos con la pista que muere definitivamente en la cresta de la sierra de Rodes. Más allá, ante nosotros, sobre una majestuosa atalaya de roca que parece inalcanzable, se levantan solemnes los restos del castillo de San Salvador Saverdera, haciendo funambulismo en el centro del inmenso paisaje que desde el mismo se vislumbra.
Hay que subir al castillo para entenderlo todo; la ruta y el territorio que nos rodea. Sin lugar a dudas estamos en el balcón del Alt Empordà. El dominio visual del territorio es total. Ya no sólo disfrutamos de las panorámicas que nos ha ofrecido el viaje hasta ahora: la gran llanura abrazada por el Golfo de Roses y las cordilleras que la cierran, el Pirineo mes abrupto desde Ulldeter al Canigó o los relieves de alta montaña que repentinamente se deslizan en el mar, ahora este mirador natural nos regala el fragmento que nos faltaba para completar el puzzle y disfrutar de toda la comarca, el istmo de paisaje lunar de la punta de Cap de Creus.
La punta más oriental de la Península y de los Pirineos es un territorio abrupto de calas imposibles que se despliega en el este de la última montaña que parece resistirse a su destino final: el Pení. A sus pies, dos pueblos que el aislamiento orográfico les ha permitido mantener un carácter intensamente ligado con el mar a pesar del turismo: el Port de la Selva y Cadaqués. Hacia el sur el Pení cae repentinamente y alarga su brazo vigoroso hasta el Cabo de Norfeu que se precipita en el mar luchando con las olas que lentamente intentan abducir para siempre. No hay más por menos.
Iniciamos el camino de regreso a Pau. Vale la pena haber dosificado las fuerzas hasta aquí. El tramo de bajada transcurre básicamente por senderos. Primero bajamos hasta el monasterio de Sant Pere de Rodes, un bonito camino y un edificio imponente cargado de historia, desde donde se domina toda la abadía de el Port de la Selva. Un camino bien arreglado nos lleva a Santa Helena o antiguo poblado de Santa Cruz de Rodas, que perdió su población entre los siglos XIV y XV. Todo el conjunto se está excavando y recuperando desde hace tiempo. A la vista tenemos las estructuras de las casas, de la plaza, los portales de entrada, lugar obligado de paso para todos los que se dirigían al monasterio de Sant Pere, y de pie, la interesante iglesia con partes muy antiguas y a la vez con muchas modificaciones de la primitiva estructura original.
Continuamos por un sendero hasta encontrar de nuevo la carretera, en el punto donde hemos iniciado el asalto final al castillo, y la seguimos hasta encontrar el antiguo camino de la Creu Blanca, antiguo camino que utilizaban los habitantes de Pau para acceder al monasterio. Un camino impregnado de megalitismo, un rasgo característico de este territorio, con algún tramo técnico, que nos devuelve al punto de salida disfrutando de las maravillosas vistas de la llanura del Alt Empordà, luminosa y espléndida, salpicada de pequeños núcleos, cultivos , estanques, “closes” y “llaunes” (pequeños estanques de aguas someras).
Un fabuloso viaje por un trozo de Pirineo rodeado de mar. Apunta-te-la en la agenda.
Marzo de 2018
CENTROS DE INTERÉS
Santa Eulàlia de Noves. Santuari de la Mare de Déu del Camp. Centre de Reproducción de Tortugas de la Albera. Dolmen del Puig del Llop. Sant Genís del Terrer. Castillo de Sant Salvador Saverdera. Monasterio de Sant Pere de Rodes. Santa Helena
RESTAURANTES / ALOJAMIENTOS
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