Alt Urgell AUR 039_Hostalests de Tost
Serra de Montau. Vall de Tost
Hostalests de Tost – Espalagueró – Colldarnat – Torà – Tost – Hostalets de Tost
Mapes Comarcals de Catalunya. Alt Urgell. 1:50.000. Institut Cartogràfic de Catalunya (ICC)
Resumen
Distancia:34 km
Desnivel:1010 m
Tiempo:3 h 30 min
Dificultad:media
El despoblado de Tost
Un viaje fantástico de extensas panorámicas del Alt Urgell que nos descubre los pueblos reunidos los dominios del valle de Tost y el despoblado del mismo nombre, patria de lo que fue la principal espada de la Cataluña Condal, Arnau Mir de Tost.
Salimos de Hostalets de Tost por la carretera en dirección a Organyà pegados al arcén derecho. La dejamos por la antigua carretera a la derecha del túnel de Montant de Tost y la cruzamos a la salida d... El despoblado de Tost
Un viaje fantástico de extensas panorámicas del Alt Urgell que nos descubre los pueblos reunidos los dominios del valle de Tost y el despoblado del mismo nombre, patria de lo que fue la principal espada de la Cataluña Condal, Arnau Mir de Tost.
Salimos de Hostalets de Tost por la carretera en dirección a Organyà pegados al arcén derecho. La dejamos por la antigua carretera a la derecha del túnel de Montant de Tost y la cruzamos a la salida del mismo, iniciando una larga subida de poco más de once kilómetros por una carretera solitaria, prácticamente sin tráfico, que haciendo largas lazadas nos lleva al núcleo de Espalagueró.
Durante la subida, la niebla invernal es lo suficientemente alta como para disfrutar de las verticales paredes de los sinuosos desfiladeros de Tres Ponts y la Vansa, un paisaje de roca que estrangula a los ríos Segre y su afluente, la Vansa, que a fuerza de perseverar han erosionado la fortaleza rocosa para abrirse paso. Por el desfiladero de Tres Ponts pasaba el antiguo camino real de Organyà a la Seo de Urgel, que, por este sector, era un despeñadero continuo, según un documento del siglo XVIII. Esta misma fuente nos indica que el río era atravesado por tres puentes, y de ahí el nombre del desfiladero; el primero, de madera, y los otros dos, de piedra. De estos, y también del camino, quedan vestigios, algunos de los cuales netamente medievales. En pleno desfiladero cerca de la confluencia de los dos ríos hay, en un meandro del Segre desolado por la extracción de áridos, el Mas del Monasterio, los cimientos contienen vestigios del antiguo monasterio benedictino de Sant Andreu de Tresponts , llamado originariamente Sant Iscle de Centelles.
Con cadencia constante ganamos altura por el pavimento inmersos en la espesa niebla que, afortunadamente, sobrepasamos cuando alcanzamos la meseta donde se asientan los tres núcleos de Montant de Tost, en las laderas meridionales de Purredon. El cambio despierta los ánimos. Repentinamente todo es luz y color. Navegamos por un territorio de suaves pendientes ocupados por campos de cultivo que caen repentinamente hacia el estrangulado valle de la Vansa. Atravesamos el núcleo de Espalagueró. Calma y silencio, el rumor lejano del motor de un tractor trabajando cerca, un perro ladrando desde algún lugar y finalmente, una abuela que marcha hacia el huerto se sorprende de ver que hemos llegado en bicicleta y que nos confirma: "aquí arriba no llega casi nunca la niebla".
Continuamos subiendo hacia el punto más alto del municipio, la cima de Sierra de Montau. El paisaje cercano está salpicado de campos y corrales. Mientras el pueblo va disminuyendo las panorámicas crecen exponencialmente. Sobre todo desde el vértice de la sierra que, falta de vegetación, nos ofrece un espectáculo brutal al que ya debe estar acostumbrada la abuela de Espalagueró. La masa de la espesa niebla dormida a nuestros pies parece un mar encajado entre los relieves del Pirineo y el Prepirineo, se extiende desde la Plana ceretana hasta la llanura de la Seu y río abajo se encaja entre los desfiladeros hasta Coll de Nargó. El reguero de cumbres que vemos por todos lados desde el pequeño punto de observación es tan grande como el texto que necesitaríamos para nombrarlos.
Iniciamos el largo descenso que acabará en Hostalets de Tost. En Colldarnat vuelve la niebla. Nos sumergimos de lleno en la misma. La densa capa blanca acentúa los verdes de la masa boscosa y los intensos rojos del suelo de la pista por la que transitamos. Encontramos cazadores plantados entre el collado y Torá, escopeta al hombro, observando fijamente entre la nebulosa atmósfera el paso de algún jabalí al que disparar. Sin quererlo, pedalear entre la espesa niebla traslada al viajero a otra dimensión que regala imágenes de postal con color de melancolía. Un ambiente idóneo para disfrutar del objetivo de la ruta, el despoblado de Tost.
Desde Torá llegamos al antiguo núcleo de Tost por un camino rural asfaltado y estrecho, de hecho una pista pavimentada. La bajada hasta el fondo del valle es muy placentera, tanto por los agrestes relieves de la Sierra de Tost por los que nos movemos como por la comodidad del pavimento. Las casas del antiguo pueblo de Tost, todas derrumbadas, están situadas sobre un espolón rocoso, dominando el curso bajo del valle de Tost. En un extremo del pueblo, sobre el peñasco, están los restos del castillo de Tost y, en el otro extremo, la antigua iglesia parroquial de San Martín de Tost, también dedicada a San Ponç, de origen románico, modificada y ampliada. Tanto el castillo de Tost como la iglesia de Sant Martí de Tost estan documentados en el 1030. En el centro de lo que había sido la plaza encontramos todavía un depósito de agua del siglo XV, así como más abajo se encuentran los restos de una central mini-hidráulica.
Nos vamos con la nostalgia que provocan los lugares deshabitados que no hace ni un siglo estaban llenos de vida, carretera abajo hasta encontrar de nuevo el Segre, punto y final de la ruta.
Diciembre de 2019
CENTROS DE INTERÉS
Santa Coloma de Montan. Ermita de Virgen de la Esperanza de Torá. Sant
Martí de Tost
Un viaje fantástico de extensas panorámicas del Alt Urgell que nos descubre los pueblos reunidos los dominios del valle de Tost y el despoblado del mismo nombre, patria de lo que fue la principal espada de la Cataluña Condal, Arnau Mir de Tost.
Salimos de Hostalets de Tost por la carretera en dirección a Organyà pegados al arcén derecho. La dejamos por la antigua carretera a la derecha del túnel de Montant de Tost y la cruzamos a la salida d... El despoblado de Tost
Un viaje fantástico de extensas panorámicas del Alt Urgell que nos descubre los pueblos reunidos los dominios del valle de Tost y el despoblado del mismo nombre, patria de lo que fue la principal espada de la Cataluña Condal, Arnau Mir de Tost.
Salimos de Hostalets de Tost por la carretera en dirección a Organyà pegados al arcén derecho. La dejamos por la antigua carretera a la derecha del túnel de Montant de Tost y la cruzamos a la salida del mismo, iniciando una larga subida de poco más de once kilómetros por una carretera solitaria, prácticamente sin tráfico, que haciendo largas lazadas nos lleva al núcleo de Espalagueró.
Durante la subida, la niebla invernal es lo suficientemente alta como para disfrutar de las verticales paredes de los sinuosos desfiladeros de Tres Ponts y la Vansa, un paisaje de roca que estrangula a los ríos Segre y su afluente, la Vansa, que a fuerza de perseverar han erosionado la fortaleza rocosa para abrirse paso. Por el desfiladero de Tres Ponts pasaba el antiguo camino real de Organyà a la Seo de Urgel, que, por este sector, era un despeñadero continuo, según un documento del siglo XVIII. Esta misma fuente nos indica que el río era atravesado por tres puentes, y de ahí el nombre del desfiladero; el primero, de madera, y los otros dos, de piedra. De estos, y también del camino, quedan vestigios, algunos de los cuales netamente medievales. En pleno desfiladero cerca de la confluencia de los dos ríos hay, en un meandro del Segre desolado por la extracción de áridos, el Mas del Monasterio, los cimientos contienen vestigios del antiguo monasterio benedictino de Sant Andreu de Tresponts , llamado originariamente Sant Iscle de Centelles.
Con cadencia constante ganamos altura por el pavimento inmersos en la espesa niebla que, afortunadamente, sobrepasamos cuando alcanzamos la meseta donde se asientan los tres núcleos de Montant de Tost, en las laderas meridionales de Purredon. El cambio despierta los ánimos. Repentinamente todo es luz y color. Navegamos por un territorio de suaves pendientes ocupados por campos de cultivo que caen repentinamente hacia el estrangulado valle de la Vansa. Atravesamos el núcleo de Espalagueró. Calma y silencio, el rumor lejano del motor de un tractor trabajando cerca, un perro ladrando desde algún lugar y finalmente, una abuela que marcha hacia el huerto se sorprende de ver que hemos llegado en bicicleta y que nos confirma: "aquí arriba no llega casi nunca la niebla".
Continuamos subiendo hacia el punto más alto del municipio, la cima de Sierra de Montau. El paisaje cercano está salpicado de campos y corrales. Mientras el pueblo va disminuyendo las panorámicas crecen exponencialmente. Sobre todo desde el vértice de la sierra que, falta de vegetación, nos ofrece un espectáculo brutal al que ya debe estar acostumbrada la abuela de Espalagueró. La masa de la espesa niebla dormida a nuestros pies parece un mar encajado entre los relieves del Pirineo y el Prepirineo, se extiende desde la Plana ceretana hasta la llanura de la Seu y río abajo se encaja entre los desfiladeros hasta Coll de Nargó. El reguero de cumbres que vemos por todos lados desde el pequeño punto de observación es tan grande como el texto que necesitaríamos para nombrarlos.
Iniciamos el largo descenso que acabará en Hostalets de Tost. En Colldarnat vuelve la niebla. Nos sumergimos de lleno en la misma. La densa capa blanca acentúa los verdes de la masa boscosa y los intensos rojos del suelo de la pista por la que transitamos. Encontramos cazadores plantados entre el collado y Torá, escopeta al hombro, observando fijamente entre la nebulosa atmósfera el paso de algún jabalí al que disparar. Sin quererlo, pedalear entre la espesa niebla traslada al viajero a otra dimensión que regala imágenes de postal con color de melancolía. Un ambiente idóneo para disfrutar del objetivo de la ruta, el despoblado de Tost.
Desde Torá llegamos al antiguo núcleo de Tost por un camino rural asfaltado y estrecho, de hecho una pista pavimentada. La bajada hasta el fondo del valle es muy placentera, tanto por los agrestes relieves de la Sierra de Tost por los que nos movemos como por la comodidad del pavimento. Las casas del antiguo pueblo de Tost, todas derrumbadas, están situadas sobre un espolón rocoso, dominando el curso bajo del valle de Tost. En un extremo del pueblo, sobre el peñasco, están los restos del castillo de Tost y, en el otro extremo, la antigua iglesia parroquial de San Martín de Tost, también dedicada a San Ponç, de origen románico, modificada y ampliada. Tanto el castillo de Tost como la iglesia de Sant Martí de Tost estan documentados en el 1030. En el centro de lo que había sido la plaza encontramos todavía un depósito de agua del siglo XV, así como más abajo se encuentran los restos de una central mini-hidráulica.
Nos vamos con la nostalgia que provocan los lugares deshabitados que no hace ni un siglo estaban llenos de vida, carretera abajo hasta encontrar de nuevo el Segre, punto y final de la ruta.
Diciembre de 2019
CENTROS DE INTERÉS
Santa Coloma de Montan. Ermita de Virgen de la Esperanza de Torá. Sant
Martí de Tost