Alt Empordà AEM 036_Lladó
Alta Garrotxa. El Mont. Muntanya del Sucre. Serra de la Creu.
Lladó — Sant Martí de Sesserres — Coll de Joncanat — Castellot de Fagars — Sous — el Mont — Collet del Sucre — Vilademires — Lladó.
Mapa Comarcal de Catalunya. Alt Empordà. 1:50.000. Institut Cartogràfic de Catalunya
Resumen
Distancia:50 km
Desnivel:1625 m
Tiempo:5 h 0 min
Dificultad:difícil
Ruta de contacto
El Mont, la cima que hechizó a Verdaguer
La ascensión a la Montaña del Mont es una experiencia muy placentera, especialmente si se hace en bicicleta. Pedalear por la cara norte de la montaña bajo una densa boscuria inmersos en los propios pensamientos y de repente pasar a dominar una gran extensión de paisaje, que crece exponencialmente en la cima, es realmente sobrecogedor. No en vano el gran poeta y viajero, Jacint Verdaguer, encontró en éste lugar el mirador que buscaba para... El Mont, la cima que hechizó a Verdaguer
La ascensión a la Montaña del Mont es una experiencia muy placentera, especialmente si se hace en bicicleta. Pedalear por la cara norte de la montaña bajo una densa boscuria inmersos en los propios pensamientos y de repente pasar a dominar una gran extensión de paisaje, que crece exponencialmente en la cima, es realmente sobrecogedor. No en vano el gran poeta y viajero, Jacint Verdaguer, encontró en éste lugar el mirador que buscaba para contemplar el Canigó y la tranquilidad para escribir. Durante su estancia, en el verano de 1884, escribió algunos fragmentos del poema Canigó a la vez que, probablemente, elaboró algunos fragmentos del poema Canigó a la vez que, probablemente, debía deleitarse, día sí y día también, del colosal e inspirador paisaje que se divisa alrededor del santuario. Un sitio muy inspirador y vivificante.
Sólo dejar el pequeño núcleo de Lladó por el camino que conduce al barrio de El Pujol, al norte del pueblo, vemos en primer termino, más allá de los campos agrícolas, la montaña del Mont. Le acompañan la Serra de les Corones y más allá, salvando las distancias, el inconfundible Bassegoda. Más allá del pequeño núcleo nos desviamos hacia la pequeña ermita de San Felip y Sant Jaume que pese a que el edificio actual es del siglo XVI o XVII, conserva la estructura y la estética de las capillas románicas. Al lado hay un singular mirador desde el que podemos divisar sin dificultad el mar acariciando el Golfo de Roses.
Continuamos navegando en dirección a la montaña ganando altura por una buena pista flanqueada por encinas y con algún tramo empinado. Nos desviamos por un camino, con un tramo final no demasiado bueno a causa de los cantos rodados de considerable volumen que dificultan la progresión, para visitar la aldea de Sant Martí de Sesserres, en especial su iglesia románica aunque su campanario no corresponde a esta época.
Salimos al camino asfaltado que llevaria directamente a la cima del Mont. Nos desviamos a la derecha en una clara bifurcación por el camino que lleva a Lliurona, un núcleo que en los años 1980 un grupo de jóvenes volvió a la vida, hasta esa fecha con riesgo de despoblarse. La apertura de una escuela reconocida por la Generalitat contribuyó a estabilizar el proyecto de repoblación. El trayecto por la vertiente norte del Monte y la Sierra de las Coronas es pura delicia ciclo-turística. Navegamos inmersos en un espeso bosque donde predomina el verde perenne de los encinares que nos abrazan, pedaleando por un camino rural cementado envueltos por una intensa y acogedora soledad. Un trayecto donde los sentidos están completamente abiertos a cualquier estímulo.
En un momento dado dejamos este confortable camino y giramos a la izquierda, ahora rodando por un bonito hayedo. Salimos a un espacio abierto, los Camps del Puigbalí donde encontramos una familia de jabalíes que hurgan tranquilamente buscando alimento y, unos metros más adelante, un grupo de rebecos que nos miran atentamente antes de huir de nuestra presencia. Llegamos junto a la impresionante masía de Puigbalí, la pista de acceso directo está prohibida, ubicada en un rellano desde donde disfrutamos de las primeras panorámicas del día que abarcan desde los Pirineos del Alt Empordà —Salinas, Alberes y Cap de Creus— hasta el Golf de Roses, un lugar ideal para hacer una pausa y disfrutar del momento antes de iniciar el ataque a la cima.
Para llegar a la cima hay que dar un largo rodeo. Empezamos por una buena pista que viene de la carretera que lleva al santuario y encontramos junto al Mas el Soler, un camino bien fresado que transita por un bonito hayedo que dejamos cuando encontramos una pista secundaria que nos deja en una explanada conocida como los Camps de Falgars desde donde sale una pista que se adentra de nuevo en el hayedo y lleva al bonito Coll de Joncanat, nexo de unión entre el Mont y Corones (adjuntamos un track de una variaante para llegar hasta el collado directamente desde cerca de la masía el Soler).
Empieza aquí un tramo muy dejado, herboso y exigente que se va en dirección contraria y que en el punto de inflexión concuerda con un sendero que baja de la cima. Continuamos, ahora cómodamente, hasta encontrar la pista que nos permite subir al Castillo de Falgars (el último tramo se hace por sendero). Del antiguo castillo sólo queda en pie la base de una extraordinaria torre romana de planta circular con un diámetro interior de 4,65 metros y con un grosor de paredes de 1,90 metros. Por la técnica constructiva empleada, muy similar a la de la Neápolis de Empúries, se cree que esta torre fue construida por los romanos en los siglos II-I a. Es fácil adivinar que, aunque las encinas se han apoderado del lugar, desde su ubicación privilegiada en la colina más oriental de la sierra del Mont, la fortificación constituía una atalaya de primer orden sobre el Empordà, la bahía de Roses, el valle del Fluvià, el Pla de l'Estany, así como sobre la zona más oriental de los Pirineos. Parece obvio que su función era de vigilancia de la explotación del territorio y sus vías de comunicación.
Dejamos esta magnífica atalaya siguiendo la cresta rocosa a pie, sólo unos metros ya que muy pronto podemos pedalear de nuevo y bajar sobre la bicicleta al Collet de les Farigoles. Hasta aquí llegaba una pista, ahora un amplio sendero, desde Sous. El camino nos deja en el Monasterio de Sant Llorenç de Sous. Sus ruinas se encuentran en el llano de Sous (855 m), en la falda de la montaña del Mont. Fue centro del pueblo de Sous, actualmente deshabitado. San Lorenzo de Sous fue una abadía benedictina del antiguo condado de Besalú, dentro de los límites del obispado de Girona. La belleza del conjunto monástico invita a hacer una parada para conocer de primera mano este importante sitio histórico. Es simplemente espectacular.
Igual de espectacular son las panorámicas que disfrutamos mientras subimos al Santuario de la Mare de Deu del Mont, postales paisajísticas de intensa belleza y extensión que captamos en su totalidad en la cima. El abanico geográfico desde este sensacional mirador pide una larga parada para gozar del momento. Ante la mirada atenta van desfilando la cordillera de los Pirineos desde el Puigmal hasta Cap de Creus muriendo en la abadía de Roses, con el Canigó dominando el conjunto; frente a esta línea de relieves identificamos con claridad el Bassegoda, Comanegre, los Cingles de Sant Aniol o la sierra Cavallera. Y hacia poniente el siempre iconográfico Pedraforca, acompañado de Ensija y Rasos de Peguera; y más acá Sant Magdalena, Puigsacalm, Cabrera y los relieves del Collsacabra, el Montseny y las siempre verdes Guilleries. Y siguiendo la línea que arranca del Puigsacalm en dirección al mar, Finestres, la Salut, montañas de Rocacorba, las Gavarres y el Montgrí. Y a contraluz Cadiretes y el Montnegre-Corredor a ambos lados de la Tordera. Y no hablamos de los pueblos y villas esparcidos por la gran planicie a ambos lados de la cima: Figueres, Girona, Banyoles, Besalú, Olot...¡ Impresionante y muy emocionante!
Un lugar para entretenerse y disfrutar del conocimiento o descubrimiento del territorio sentados junto a la estatua de Verdaguer. De hecho, en verano de 1884 Jacint Verdaguer realizó una estancia de mes y medio en el santuario, donde encontró el mirador que buscaba para contemplar el Canigó y la tranquilidad para escribir. Durante su estancia escribió algunos fragmentos del poema Canigó, que ya tenía muy avanzado, algunos poemas menores y un relato de gran interés sobre el santuario, la montaña y sus gentes (L'ermita del Mont). Un placer visual de magnitud extrema.
Aún empapados de tanta información paisajística dejamos este magnífico mirador natural por un sendero que encontramos por debajo del santuario en la vertiente norte de la montaña, a la derecha de la carretera, un sendero con algunos tramos técnicos pero una auténtica delicia para hacer en bicicleta de montaña. El sendero nos deja de nuevo en los Camps de Falgars y en la buena pista que pasando por la masía de Falgars, una gran masía con una pequeña ermita, lleva a la carretera de acceso al Mont. Bajada vertiginosa hacia el valle por la pequeña carretera, hay que desviarse a la derecha en una bifurcación en dirección a Beuda, hasta el Collet del Sucre, punto donde tomamos una pista con señalización de GR que sigue la cresta de la Sierra de la Creu y nos lleva a Sant Mateu de Vilademires, la iglesia parroquial del vecindario disperso del mismo nombre. Seguimos perdiendo altura hasta encontrar la carretera que sube a Sant Martí de Sesserres. Unos metros a la derecha sale la pista que atraviesa el Pla de Can Roure, donde echamos un último vistazo a la montaña, antes de llegar de nuevo al punto de salida. Una ruta que no puedes perderte.
Septiembre de 2023
CENTROS DE INTERÉS
Ermita de Sant Felip i Sant Jaume. Sant Martí de Sesserres. Torre del Puig de Far, Torre del Far o Castellot de Falgars. Sant Llorenç del Mont o monestir de Sant Llorenç de Sous. Santuari de la mare de Deu del Mont. L’Anunciació de Falgars. Sant Mateu de Vilademires
ALOJAMIENTOS / RESTAURANTES
Restaurant Carles Antoner. Tel 972 55 37 11
La ascensión a la Montaña del Mont es una experiencia muy placentera, especialmente si se hace en bicicleta. Pedalear por la cara norte de la montaña bajo una densa boscuria inmersos en los propios pensamientos y de repente pasar a dominar una gran extensión de paisaje, que crece exponencialmente en la cima, es realmente sobrecogedor. No en vano el gran poeta y viajero, Jacint Verdaguer, encontró en éste lugar el mirador que buscaba para... El Mont, la cima que hechizó a Verdaguer
La ascensión a la Montaña del Mont es una experiencia muy placentera, especialmente si se hace en bicicleta. Pedalear por la cara norte de la montaña bajo una densa boscuria inmersos en los propios pensamientos y de repente pasar a dominar una gran extensión de paisaje, que crece exponencialmente en la cima, es realmente sobrecogedor. No en vano el gran poeta y viajero, Jacint Verdaguer, encontró en éste lugar el mirador que buscaba para contemplar el Canigó y la tranquilidad para escribir. Durante su estancia, en el verano de 1884, escribió algunos fragmentos del poema Canigó a la vez que, probablemente, elaboró algunos fragmentos del poema Canigó a la vez que, probablemente, debía deleitarse, día sí y día también, del colosal e inspirador paisaje que se divisa alrededor del santuario. Un sitio muy inspirador y vivificante.
Sólo dejar el pequeño núcleo de Lladó por el camino que conduce al barrio de El Pujol, al norte del pueblo, vemos en primer termino, más allá de los campos agrícolas, la montaña del Mont. Le acompañan la Serra de les Corones y más allá, salvando las distancias, el inconfundible Bassegoda. Más allá del pequeño núcleo nos desviamos hacia la pequeña ermita de San Felip y Sant Jaume que pese a que el edificio actual es del siglo XVI o XVII, conserva la estructura y la estética de las capillas románicas. Al lado hay un singular mirador desde el que podemos divisar sin dificultad el mar acariciando el Golfo de Roses.
Continuamos navegando en dirección a la montaña ganando altura por una buena pista flanqueada por encinas y con algún tramo empinado. Nos desviamos por un camino, con un tramo final no demasiado bueno a causa de los cantos rodados de considerable volumen que dificultan la progresión, para visitar la aldea de Sant Martí de Sesserres, en especial su iglesia románica aunque su campanario no corresponde a esta época.
Salimos al camino asfaltado que llevaria directamente a la cima del Mont. Nos desviamos a la derecha en una clara bifurcación por el camino que lleva a Lliurona, un núcleo que en los años 1980 un grupo de jóvenes volvió a la vida, hasta esa fecha con riesgo de despoblarse. La apertura de una escuela reconocida por la Generalitat contribuyó a estabilizar el proyecto de repoblación. El trayecto por la vertiente norte del Monte y la Sierra de las Coronas es pura delicia ciclo-turística. Navegamos inmersos en un espeso bosque donde predomina el verde perenne de los encinares que nos abrazan, pedaleando por un camino rural cementado envueltos por una intensa y acogedora soledad. Un trayecto donde los sentidos están completamente abiertos a cualquier estímulo.
En un momento dado dejamos este confortable camino y giramos a la izquierda, ahora rodando por un bonito hayedo. Salimos a un espacio abierto, los Camps del Puigbalí donde encontramos una familia de jabalíes que hurgan tranquilamente buscando alimento y, unos metros más adelante, un grupo de rebecos que nos miran atentamente antes de huir de nuestra presencia. Llegamos junto a la impresionante masía de Puigbalí, la pista de acceso directo está prohibida, ubicada en un rellano desde donde disfrutamos de las primeras panorámicas del día que abarcan desde los Pirineos del Alt Empordà —Salinas, Alberes y Cap de Creus— hasta el Golf de Roses, un lugar ideal para hacer una pausa y disfrutar del momento antes de iniciar el ataque a la cima.
Para llegar a la cima hay que dar un largo rodeo. Empezamos por una buena pista que viene de la carretera que lleva al santuario y encontramos junto al Mas el Soler, un camino bien fresado que transita por un bonito hayedo que dejamos cuando encontramos una pista secundaria que nos deja en una explanada conocida como los Camps de Falgars desde donde sale una pista que se adentra de nuevo en el hayedo y lleva al bonito Coll de Joncanat, nexo de unión entre el Mont y Corones (adjuntamos un track de una variaante para llegar hasta el collado directamente desde cerca de la masía el Soler).
Empieza aquí un tramo muy dejado, herboso y exigente que se va en dirección contraria y que en el punto de inflexión concuerda con un sendero que baja de la cima. Continuamos, ahora cómodamente, hasta encontrar la pista que nos permite subir al Castillo de Falgars (el último tramo se hace por sendero). Del antiguo castillo sólo queda en pie la base de una extraordinaria torre romana de planta circular con un diámetro interior de 4,65 metros y con un grosor de paredes de 1,90 metros. Por la técnica constructiva empleada, muy similar a la de la Neápolis de Empúries, se cree que esta torre fue construida por los romanos en los siglos II-I a. Es fácil adivinar que, aunque las encinas se han apoderado del lugar, desde su ubicación privilegiada en la colina más oriental de la sierra del Mont, la fortificación constituía una atalaya de primer orden sobre el Empordà, la bahía de Roses, el valle del Fluvià, el Pla de l'Estany, así como sobre la zona más oriental de los Pirineos. Parece obvio que su función era de vigilancia de la explotación del territorio y sus vías de comunicación.
Dejamos esta magnífica atalaya siguiendo la cresta rocosa a pie, sólo unos metros ya que muy pronto podemos pedalear de nuevo y bajar sobre la bicicleta al Collet de les Farigoles. Hasta aquí llegaba una pista, ahora un amplio sendero, desde Sous. El camino nos deja en el Monasterio de Sant Llorenç de Sous. Sus ruinas se encuentran en el llano de Sous (855 m), en la falda de la montaña del Mont. Fue centro del pueblo de Sous, actualmente deshabitado. San Lorenzo de Sous fue una abadía benedictina del antiguo condado de Besalú, dentro de los límites del obispado de Girona. La belleza del conjunto monástico invita a hacer una parada para conocer de primera mano este importante sitio histórico. Es simplemente espectacular.
Igual de espectacular son las panorámicas que disfrutamos mientras subimos al Santuario de la Mare de Deu del Mont, postales paisajísticas de intensa belleza y extensión que captamos en su totalidad en la cima. El abanico geográfico desde este sensacional mirador pide una larga parada para gozar del momento. Ante la mirada atenta van desfilando la cordillera de los Pirineos desde el Puigmal hasta Cap de Creus muriendo en la abadía de Roses, con el Canigó dominando el conjunto; frente a esta línea de relieves identificamos con claridad el Bassegoda, Comanegre, los Cingles de Sant Aniol o la sierra Cavallera. Y hacia poniente el siempre iconográfico Pedraforca, acompañado de Ensija y Rasos de Peguera; y más acá Sant Magdalena, Puigsacalm, Cabrera y los relieves del Collsacabra, el Montseny y las siempre verdes Guilleries. Y siguiendo la línea que arranca del Puigsacalm en dirección al mar, Finestres, la Salut, montañas de Rocacorba, las Gavarres y el Montgrí. Y a contraluz Cadiretes y el Montnegre-Corredor a ambos lados de la Tordera. Y no hablamos de los pueblos y villas esparcidos por la gran planicie a ambos lados de la cima: Figueres, Girona, Banyoles, Besalú, Olot...¡ Impresionante y muy emocionante!
Un lugar para entretenerse y disfrutar del conocimiento o descubrimiento del territorio sentados junto a la estatua de Verdaguer. De hecho, en verano de 1884 Jacint Verdaguer realizó una estancia de mes y medio en el santuario, donde encontró el mirador que buscaba para contemplar el Canigó y la tranquilidad para escribir. Durante su estancia escribió algunos fragmentos del poema Canigó, que ya tenía muy avanzado, algunos poemas menores y un relato de gran interés sobre el santuario, la montaña y sus gentes (L'ermita del Mont). Un placer visual de magnitud extrema.
Aún empapados de tanta información paisajística dejamos este magnífico mirador natural por un sendero que encontramos por debajo del santuario en la vertiente norte de la montaña, a la derecha de la carretera, un sendero con algunos tramos técnicos pero una auténtica delicia para hacer en bicicleta de montaña. El sendero nos deja de nuevo en los Camps de Falgars y en la buena pista que pasando por la masía de Falgars, una gran masía con una pequeña ermita, lleva a la carretera de acceso al Mont. Bajada vertiginosa hacia el valle por la pequeña carretera, hay que desviarse a la derecha en una bifurcación en dirección a Beuda, hasta el Collet del Sucre, punto donde tomamos una pista con señalización de GR que sigue la cresta de la Sierra de la Creu y nos lleva a Sant Mateu de Vilademires, la iglesia parroquial del vecindario disperso del mismo nombre. Seguimos perdiendo altura hasta encontrar la carretera que sube a Sant Martí de Sesserres. Unos metros a la derecha sale la pista que atraviesa el Pla de Can Roure, donde echamos un último vistazo a la montaña, antes de llegar de nuevo al punto de salida. Una ruta que no puedes perderte.
Septiembre de 2023
CENTROS DE INTERÉS
Ermita de Sant Felip i Sant Jaume. Sant Martí de Sesserres. Torre del Puig de Far, Torre del Far o Castellot de Falgars. Sant Llorenç del Mont o monestir de Sant Llorenç de Sous. Santuari de la mare de Deu del Mont. L’Anunciació de Falgars. Sant Mateu de Vilademires
ALOJAMIENTOS / RESTAURANTES
Restaurant Carles Antoner. Tel 972 55 37 11