Alt Urgell AUR 016_Organyà

Card image cap
Muntanya d’Alinyà. Parc Natural Cadí_Moixeró. Vall de la Vansa. Congost de Tres Ponts

Organyà – Voloriu – Pas de Cal Pinsà – Collada de Cal Penya – Coll Durau – Coll de Maçana – Coll de la Nou – Coll d’Ares – Ossera – Padrinàs – Sorribes de la Vansa – La Barceloneta – Coll d’Arnat – Organyà
Mapes Comarcals de Catalunya. Alt Urgell. 1:50.000. Institut Cartogràfic de Catalunya (ICC).

Vuelta al desfiladero de la Vansa

Ruta más larga que exigente, que recorre un territorio de contrastes, solitario y en ocasiones realmente inhóspito. Un paisaje donde conviven los relieves retorcidos y altivos del Prepirineo, y el tranquilo valle de la Vansa, cerrado por todos lados y con una salida natural prácticamente infranqueable: el estrecho desfiladero de la Vansa.

Vamos hasta el pueblo de Fígols, al otro lado del Segre, donde tomamos un camino rural asf...
Vuelta al desfiladero de la Vansa

Ruta más larga que exigente, que recorre un territorio de contrastes, solitario y en ocasiones realmente inhóspito. Un paisaje donde conviven los relieves retorcidos y altivos del Prepirineo, y el tranquilo valle de la Vansa, cerrado por todos lados y con una salida natural prácticamente infranqueable: el estrecho desfiladero de la Vansa.

Vamos hasta el pueblo de Fígols, al otro lado del Segre, donde tomamos un camino rural asfaltado que se eleva sobre el valle por pendientes pronunciadas hasta Voloriu, una pequeña aldea ubicada en una cuesta a la izquierda del Segre, desde donde se domina la entrada del desfiladero de Tresponts, y magnífico mirador del valle de Cabó.

Iniciamos una larga subida que acabará en Coll d’Ares por un firme pedregoso que a veces pide atacar cada pedalada con coraje, pero que en general es bastante cómodo. Desde Voloriu continuamos por la pista que va en dirección a Coll de Peguera perfilando la parte alta del paraje rocoso del estrecho o desfiladero de la Vansa. Sin llegar al collado enlazamos con una nueva pista que remonta persistentemente hasta pasado el Roc de Peguera, que rodeamos por la derecha.

A partir de aquí la pista se suaviza y el trayecto es muy agradable hasta el Coll de la Nou. Vemos en el otro lado del profundo desfiladero de la Vansa la altiva vertiente sur de la Sierra del Cadí, acostada a las verticales paredes que la sustentan desde la otra vertiente, y siguiendo hacia occidente, los últimos contrafuertes de la cordillera, la montaña de Tost y el altiplano de Tost, con los núcleos que se asientan y donde tendremos que subir en la segunda parte de la ruta.

Pedaleamos por parajes realmente inhóspitos y salvajes. Un gran silencio nos rodea por todas partes y los tramos boscosos nos distraen del abrupto terreno que nos rodea. En la Collada de Cal Penya volvemos a la realidad del territorio por el que estamos navegando. En el pequeño collado se nos abre una nueva dimensión y un inmenso paisaje estalla ante nuestros ojos: el espectáculo del Prepirineo, una de las áreas naturales más solitarias y agrestes de Cataluña, desfila para nosotros y nos acompañará durante el resto del trayecto.

En Coll Durau, a tres minutos andando, hay un dolmen, un monumento funerario de reducidas dimensiones; se despliega un pequeño pero precioso valle cerrado por las colinas de Caup y Gordiola y que contrasta fuertemente con el paisaje al otro lado del Coll de la Maçana, un estrecho valle cerrado por vertiginosas paredes y que cae repentinamente hacia la Ribera del Segre. Al final del mismo podemos distinguir el pequeño núcleo de Coll de Nargó.

En pocos metros llegamos al Coll de la Nou, desde donde se domina una extensa panorámica del valle de Alinyà; si tenemos suerte podremos ver una maravilla única en Europa, como es la de encontrar juntas las cuatro especies de buitres presentes en el viejo continente. Cerrada por las sierras de Campelles y Port del Comte y la Roca de la Pena, un perfecto anticlinal que da identidad al valle, por su cabecera se despliegan escalonadamente antiguas terrazas agrícolas, ahora abandonadas, y pequeños núcleos: el que le da nombre, Alinyà, y el más llamativo por su ubicación privilegiada en la parte alta, l’Alzina d’Alinyà.

Emprendemos el último tramo para alcanzar el Coll d’Ares. Cerca del collado un campesino intenta, aunque tímidamente, recuperar una actividad agrícola que era muy común en el valle, el cultivo de patata del bufet o trumfos, como se les llama localmente, una variedad muy apreciada que se cultiva en campos de altitud.

Iniciamos la bajada a Ossera inmersos en una abundante masa forestal que de vez en cuando nos ofrece una idílica imagen de postal: un pequeño núcleo de casas alineadas con armonía coronando una cuesta rocosa, con la bella silueta del Cadí al fondo. El caso de Ossera aún hoy es un buen ejemplo del efecto de los neorurales en el territorio, reactivado a través de la artesanía la economía de un pueblo que desfallecía, con productos de gran calidad tanto en la vertiente alimentaria como artística.

Continuamos por una carretera prácticamente desierta hacia el fondo del valle, pasando por Padrinàs, Sorribes y la Barceloneta, punto desde donde iniciamos la ascensión a Coll d’Arnat, que recibe el nombre de un pequeño núcleo deshabitado. Mientras ganamos altura por la agreste ladera sur de la Montaña de Tost, disfrutamos de una buena perspectiva del inicio del desfiladero de la Vansa antes de desembocar en el Segre. Es un estrecho impresionante donde el río se ha abierto camino entre las montañas modelando verticales acantilados, una gran cicatriz que ha partido literalmente el territorio en dos.

En Coll d’Arnat termina el pavimento, que ya empezaba a ser cargante. Iniciamos el ataque al altiplano de Montant, primero por la pista principal que lleva a los núcleos, pero la dejamos por una que sube a la cima más elevada de la meseta, desde donde tendremos las mejores perspectivas del territorio. El esfuerzo adicional merece con creces la subida, ya que disfrutamos de una perspectiva de 360 grados. Estamos en la parte superior de un llano de relieves suaves y ondulados ocupado por prados y campos de cultivo que muestran un paraje muy diferente de lo que hemos vivido hasta el momento. Un mirador natural de los picos y valles principales del alto Pirineo y que nos da nuevas perspectivas de las cumbres prepirenaicoa.

Iniciamos el descenso. La bajada la podemos hacer pasando por los pueblos o yendo a buscar directamente la carretera que sube de la Ribera d’Urgellet. En todo caso, cuando dejamos la suavidad del llano nos precipitamos repentinamente en la aérea verticalidad de una solitaria carretera que se aferra a las fuertes pendientes de la ladera.

Durante el descenso tenemos buenas perspectivas de la salida de los desfiladeros de la Vansa y de Tresponts. Bajamos como flotando entre el aire caliente que sube del fondo del valle, el mismo que desde el valle de Cabó eleva por encima de las vertiginosas paredes un gran número de parapentes que, como los buitres, buscan las corrientes térmicas para ganar altura.

Para cerrar la ruta nos queda atravesar entre las verticales paredes del desfiladero de Tresponts, llamado así por los tres puentes que atravesaban el río del antiguo camino real de Organyà a la Seo de Urgel, de los que aún podemos ver vestigios, algunos de los cuales netamente medievales. Eso sí, hay que tener precaución, ya que en algunos tramos es tan estrecho que el arcén de la carretera desaparece.

Agosto de 2016

CENTROS DE INTERÉS
Ossera. Congost dels Tres Ponts

ALOJAMIENTOS / RESTAURANTES
http://www.organya.cat/